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miércoles, 20 de abril de 2011

El Cuento de Iván el Golfo y sus soldaditos de plomo

Entre entradas y salidas de Castilleja mira que ha costado entender de qué va todo esto entre el Gobierno Municipal (el Alcalde, si así se quiere) y la Policía Local (sus representaciones sindicales, si así se quiere).

Al principio creía que se trataba de algo coloquial; ya sabéis: yo te pincho, tú me pinchas, y después tod@s amig@s y aquí no ha pasado nada.

Después se puso todo más interesante: El Alcalde hablaba de un grupo de privilegiad@s - será porque son funcionari@s, será porque son policías, será porque están en sindicatos, qué será será...

Y los sindicatos de la policía hablaban de que sus afiliad@s trabajaban (y trabajan si bien entiendo) en condiciones poco menos que infrahumanas: echando horas como mon@s, sin estar equipad@s como necesitan y debieran; y lo peor: que se les pedía un servicio discrecional pero sin remunerar. En plata: que tenían que estar sin limitaciones al servicio de SM, el Alcalde, Don Manuel Benítez, pero esperando sine die a que se les pagara por currar horas extras. Sin mencionar en todo este tinglado que parece que están haciendo poco más que una docena de personas el trabajo previsto para 3 docenas.

Los Benítez de Telefónica

Vamos, que empezando a desglosar así, lo de Telefónica y su plan de despido del 20 % de la plantilla sería como haber metido a 5 ó 6 Manueles Benítez´en el Consejo de Administración. Sin la excusa claro de que se hace en plan bestia para ganar unos cuantos milloncetes más. Pero con la misma historia de explorar a ver qué servicios se pueden privatizar y hasta dónde se puede tirar del elástico, o sea cuánta sangre saco de la vaca hasta que se quede tiesa.

Parece ser que eso siempre ha funcionado así. Vamos que con Carmen Tovar no era distinto. Lo que ha cambiado es que la plantilla de la Policía Local se ha rejuvenecido- sin elixir de la vida ni nada de eso. Han tenido que contratar a personal nuevo, y como los planes de Zapatero de envejecer las plantillas españolas aún no han dado sus frutos, han caído algun@s de esos chavales y chavalas condenad@s al ostracismo por la política neoclasista laboral del PSOE.

Y el Gobierno Municipal cometió la torpeza de no enseñar a es@s jóvenes cómo funcionan las cosas en este enclave afriacanoandaluz de Castilleja de la Cuesta: Que aquí manda el señor (o la señora), en su ausencia sus lugartenientes, y en su ausencia la costumbre, la tradición, la Ley de Oklahoma City o el rezo y los cohetes de las Hermandades (con mayúscula que son muy pero que muy especiales).

Cuando se cree en el cuento de hadas

Y como no se les informó, es@s jóvenes e inexpert@s funcionari@s y noveles miembros del privilegiado y elitista CPL (Cuerpo de Policía Local; como en las pelis de marines estadounidenses), se portaron como si vivieran en un Estado de Derecho, con sus leyes y todo, con su separación de poderes, garantizada por la Constitución; con sus sindicatos, partidos políticos, libertad de expresión, derechos laborales y demás sandeces e idioteces que en este enclave sólo habían existido hasta el momento en días señalados: El día de la toma de poder de la Alcaldía, el día de la celebración del aniversario de la Constitución... y similares (que no significa muchos).

¡¿A quién se le ocurriría?! Cosas como exigir quer se les pague las horas extraordinarias de trabajo - como si viviéramos más allá del siglo XIX o como si fueran algo especial al lado de tod@s aquell@s jóvenes que se parten la espalda por 3,50 € y si abren la boca, a la calle. Ui, se me olvidaba: Si son algo especial, nada menos que funcionari@s. O sea que no se tienen que aguantar.

Y como est@s jóvenes e inexpert@s policías empezaron a abrir la boca, a sus compañer@s de servicio de mayor antigüedad se les empezó a abrir el cielo. Y vieron que cabía la (remota) posibilidad de que pudieran planificar mejor (aunque tarde) su vida familiar; que (quizás) ya no tuvieran que prestar por que sí servicios especiales de guardaespaldas por las amenazas de ETA al enclave africanoandaluz, para el o la alcalde de turno; que ya no tendrían que ir de mensajería particular en busca de billetes de avión para el jefe; que a lo mejor hasta podían reclamar pistolas de las de verdad, de esas que disparan, como en las pelis estadounidenses -que mola.

No obligues al burro a dejar la noria

Y bueno, a l@s jefes y jefas les pasó como al burro ese que no ha hecho en toda su vida nada más que trotar cómodamente alrededor de la noria: que lo sacas del círculo y lo pones rumbo a Santa Fé y sale andando... en círculos. Nada, que no se hacen l@s pobrecit@s a la idea de que ya no funciona el puñetazo en la mesa, ya no funcionan las amenazas (porque estamos tratando con funcionari@s, es@s privilegiad@s) ni las carantoñas que ya no cuelan por falsas y de poca duración.

Así que, igual que al hijito caprichoso de mi vecina del cuarto, lo único que les quedó fue poner cara de mohines, embolsar tod@s l@s juguetes y subirse a casa para castigar a l@s otr@s niñ@s.

L@s otr@s niñ@s se irán a jugar a otro sitio y con otros juguetes. Pero el monín de mi vecina se quedará con la única razón que le asiste solo en el piso: que los juguetes son suyos.

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