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lunes, 15 de septiembre de 2008

El ruido nocturno y la separación entre Estado e Iglesia

A tus amig@s l@s ves en casa o para tomar algo, para ir al cine o al teatro o para aquellos menesteres que compartes con ell@s.

A tus familiares mucho menos de lo que sería deseable o mucho más de lo que deseas.

A tus vecin@s depende de cuánto hace que le diste el litro de aceite o cuándo fue el último cumpleaños sonado en tu casa.

Al cura, probablemente cuando peor lo estás pasando; al fontanero cuando menos dinero tienes; al panadero cuando más hambre o más prisas; y al cartero cuando ya te habías olvidado de Hacienda.

Y hay gente que, bueno, para verla tendrás que acercarte a la feria. La de otros pueblos desde luego, porque en Castilleja nos hemos quedado de la feria con la promoción gastronómica y de imagen política exclusivamente. Así que si de verdad quieres ver algún carote que otro de higos a brevas, tendrás que deambular por las ferias de Gines, Bormujos, Tomares...

Y así me pasó que, estando en la feria de Tomares, me encontré con un vecino de la Barriada que veo de año en año. Una cosa llevó a la siguiente y pronto alcanzamos el apartado de las quejas, en el que, siguiendo una especie de ritual nacional, intentamos superarnos mutuamente: que si los contenedores de basura, que si la gente y la basura, que si el aparcamiento, que si la juventud...

En un momento de retirada estratégica por parte de mi conocido su hermana aprovechó para sumarse al coro - no sé si por cortesía y para llenar el vacío, o porque si no coges la primera válvula revientas. Vive en los pisos que dan justo a la gasolinera y parece ser que allí, a partir de las 8 de la mañana se arma siempre la de Dios (ya hay que tener un concepto gracioso de las deidades si a ellas precisamente se les atribuye las máximas acústicas).

La cuestión es que no hay forma de comprometer a las autoridades: l@s locales de Castilleja aducen que es el Término de Tomares, y l@s locales de Tomares ni aparecen.

A lo mejor hubiese sido mostrar consideración por mi parte si me hubiera interesado por las condiciones concretas, como puede ser un trabajo por turnos. Pero lo cierto es que, como me pasa en ocasiones, se me fue la olla y me quedé pensando en el más allá - de la cosa, no de la vida.

El tema del ruido (o contaminación acústica, en versión administrativa) y la percepción subjetiva del mismo daría para chorros de tinta si esto se imprimiera. Mira tú la Administración (con mayúscula): con simplemente darle otro nombre ya tienes que encargar que te midan el nivel de contaminación con un aparato de esos que nunca están disponibles.

Por ejemplo el / la joven que se tira toda la noche pegad@ a los altavoces en la discoteca, y por la mañana -si se entera- se queja de las voces que pretenden despertarl@.

En Castilleja tenemos algún que otro asuntito con lo del ruido (poca palabra para lo que a veces representa): Monterreyes, El Faro, Aljaportil son sólo algunos ejemplos de zonas que están expuestas al ruido continuo de la autopista. Algunas calles son el objetivo número 1 de lo que parecen carreras de ciclomotores tuneados acústicamente. El camión de la basura parece que echa descansos de bocadillo con el motor en marcha - y siempre debajo de alguna ventana. Algunos garitos con terraza (como el de la piscina) han declarado este verano meses libres de sueño para el vecindario (a propósito: ¿desde cuándo la terraza del bar de la piscina tiene licencia de apertura para los horarios de cierre de la piscina?). Y, finalmente, los cohetes... No, los misiles intercontinentales no, esos que suenan en el pueblo cada dos por tres a horas intempestivas y transforman la noche de agun@s padres y madres en un eterno y el sueño de l@s bebés (especialmente si están enferm@s) en un infierno.

Inciso: Dará para otra entrada la cuestión de por qué en un país que según su constitución garantiza la laicidad (o sea la separación de la vida sacra de la vida cotidiana), l@s fervientes pueden escudarse en la salvaguarda de la tradición para obligar a otras personas a tener que escuchar sus festines sacrificando su sueño o su legítimo derecho al descanso.

Nadie con dos dedos de frente negará que l@s autores y autoras materiales e ideológic@s de tal ridiculización del concepto de la contaminación acústica están identificad@s y disponibles -que no dispuest@s- para su reprobación. Pero, hablando de la separación (o unión) de poderes -que en el Franquismo eran la oligarquía, la iglesia, el ejército, la prensa, la justicia y el sindicato vertical; y hoy son: la oligarquía (política y financiera), la iglesia, las fuerzas del orden, el monopolio mediático, un Consejo General del Poder Judicial al servicio de PSOE y PP y los sindicatos subvencionados-, ¿quién cree que alguien va a intervenir para reducir la incidencia de los festejos con cohetes, o regular los horarios? Si tanto Carmen en su discurso de despedida (¡qué entrañable!) como M. Benítez en su tartamudeo de investidura no han dejado de garantizar a las Hermandades todo su agradecimiento y apoyo... como los terrenos cedidos (aunque ellas mismas reconocen no haberlos necesitado), ¡como nos sobra tanto Término municipal!

Pues un tanto más de lo mismo, querida vecina, en cuanto a la gasolinera... y las terrazas, y el camión de la basura, y esas pantallas acústicas para la A-49 que no llegan, y las motos...

Algún pajarito le puede soplar a la Junta 2 cositas:

La contaminación acústica genera enfermedades con una incidencia notoria e internacionalmente reconocida sobre el gasto de la Seguridad Social.

Un Programa de subvención de reforma de viviendas para su aislamiento (acústico y térmico), no sólo sería beneficioso para la salud y la paz vecinal, sino que redundaría en un ahorro energético cuantificable e importante, más la consiguiente reducción en la emisión de los gases causa del efecto invernadero.

La cagué: Mi propuesta de no utilizar jamás el vocablo filipero "consiguiente" se ha ido al garete.

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